En los años previos y posteriores a la crisis de 1976 el
empleo, el valor de la moneda, la migración del campo a las ciudades y a los
Estados Unidos de Norteamérica, el monto del salario y el costo de la canasta
básica, presentaron variaciones que van en perjuicio de la clase trabajadora.
Con la crisis económica de los años ochentas la situación social fue más
preocupante, pues aún la sociedad no se recuperaba de la crisis anterior, por lo
que se originó una pauperización de de los grupos más marginados al mismo tiempo
que la riqueza se concentra en pocas manos. Esta situación desencadenó un
aumento en los índices delictivos, por lo que a partir de este momento, las
autoridades comienzan a plantear a las crisis económicas como un factor
criminógeno.
En la crisis económica de los años ochentas, la situación
social fue diferente los mismos factores continúan teniendo variaciones en
perjuicio de la clase media y trabajadora, generándose una pauperización de los
grupos más marginados y la riqueza se concentra en pocas manos.
Los elevados precios en alimentos y artículos vitales, la disminución de los apoyos al campo, el desempleo y los bajos salarios, fueron factores que repercutieron en las familias mexicanas e influyeron en la migración hacia el país vecino y en el crecimiento de las ciudades donde buscaban mejorar sus condiciones de vida.
La sociedad en este periodo sí reciente de sobremanera la mala administración de los recursos públicos, sus ingresos se ven disminuidos considerablemente por los bajos salarios y los costos elevados de los productos de primera necesidad, el desempleo aumenta a cifras nunca vistas, el dólar alcanza la cotización más alta de los tiempos, se generó más migración hacia Norte América, cada año aumentaba la deuda externa tanto como la interna, por lo que podemos determinar el inicio de una crisis permanente en México de la que aun no salimos y no se le ve salida.
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